Raúl Quirós, una bolsa de palos cargada de buen rollo

Domingo, 31 de enero de 2016
Noticia

Raúl Quirós decidió hace dos años darle un giro de 180 grados a su vida. El gran jugador de Guadiaro, señalado desde muy pequeño como una de las grandes promesas del golf español, líder junto a Sergio García de una fantástica generación de golfistas, decidió una buena mañana aparcar su bolsa de palos en una alcayata de su garage y empezar a colgarse al hombro las de otros.

Los resultados como jugador no terminaban de salir. Triunfaba, y mucho, en los torneos nacionales, pero las cosas no funcionaban en las más altas esferas, donde se parte el bacalao, el European Tour. Así las cosas, aquel día decidió empezar una nueva vida. Dejó a un lado la competición y su intenso calendario de clases en La Cañada y se marchó para volver a dar vueltas al mundo con una bolsa de golf, pero ahora desde otro punto de vista. Empezó en 2014 con un íntimo amigo, el gran campeón, también andaluz, Álvaro Quirós, con quien como saben comparte amistad y apellido, pero no parentesco.

Ahí comenzó una aventura que aún le dura y en la que se le ve encantado. “No sé la razón, pero no echo de menos mi etapa de jugador. A mí esto me encanta y es la razón por la que estoy aquí, pero cuando estoy en los campos de golf no tengo el gusanillo de volver a jugar”, asegura hablando de una etapa que, de momento, ha dejado atrás, aunque nunca se sabe si algún día la podrá retomar.

Raúl se ha ganado en muy poco tiempo el cariño y el respeto de todos los jugadores. Siempre risueño y con mucha energía positiva que no duda en transmitir cada vez que hace falta, no le ha faltado nunca trabajo. Estuvo el primer año completo con Álvaro Quirós, después agarró la bolsa del profesional chileno, Felipe Aguilar, uno de los golfistas más respetados del European Tour y desde 2016 está con una de las grandes referencias del golf español, Pablo Larrazábal. Apenas llevan dos torneos trabajando juntos, pero se respira la química que hay entre los dos. Se respira y se contagia. Se lo pasan bien en el campo, dentro, evidentemente, de lo que cabe, el golf profesional no deja de ser un trabajo sometido a mucha presión y estrés.

Raúl inicia, por tanto, su tercera temporada como caddie en el European Tour. Ha visto los toros desde la barrera y asegura haber aprendido mucho en este tiempo que lleva con la bolsa de otro colgada al hombro. “Desde luego que se ven las cosas de otra manera. Ahora estoy mucho más tranquilo que cuando era jugador y, sobre todo, me doy cuenta de muchas cosas que me decía mi padre cuando me hacía de caddie y a las que yo no le hacía caso”, señala.

Con la honestidad que lleva por bandera, y esa gracia tan suya, Raúl tiene muy claro qué es lo que más ha aprendido en este tiempo como caddie de los otros jugadores. “Sin duda, la profesionalidad con la que entrenan. No sólo es una cuestión de tiempo y dedicación, que también, sino que lo tienen todo muy bien estudiado y preparado, con orden, y aprovechando cada minuto de entrenamiento. Yo nunca he entrenado de esa manera”, afirma entre risas.

Pablo Larrazábal ha pasado los dos primeros cortes del año con solvencia, en Abu Dhabi y Qatar. De hecho, esta semana en Doha ha terminado en la decimocuarta posición, un buen augurio de una temporada que se presenta cargada de alicientes. La siguiente parada será esta próxima semana en Dubai. Disputan el Omega Dubai Desert Classic. Y allí estará Raúl al pie del cañón, con la bolsa de Pablo al hombro y transmitiendo muy buenos momentos a su jugador.

Raúl Quirós, en Qatar con la bolsa de Pablo Larrazábal.

Raúl Quirós, una bolsa de palos cargada de buen rollo